Papá Estado.

Fuera Castro

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Muy interesante. La dependencia del estado y el síndrome de Estocolmo se parecen mucho.

Lo peor de todo es que han logrado crear a traves del tiempo y las generaciones una mayoria que no se dará a si misma la oportunidad de pensar, leer o entender algo que, como este articulo, podría hacerle reflexionar acerca de su propia vida y posibilidades; y aceptará como verdad incuestionable la información que le provea el amo. Hoy lo estamos palpando en directo en lo que otrora fuese el faro de libertad en el mundo. Válida la profundidad de este mensaje; tal vez despierte a algunos todavía.

Manuel García Verdecia

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Una de las más graves consecuencias de un estado absolutista es la fuerte relación de subordinación que crea en sus súbditos. Como toda la esfera social y económica le pertenece y la controla, los ciudadanos están obligados a establecer nexos ineludibles con ese estado. Este formalmente es el que da trabajo, el que da estudio, el que da sanidad, alimento y otros elementos de subsistencia. Esta cerrada determinación sobre todas las esferas de la existencia constriñe al ciudadano y genera en él una sólida dependencia del estado. Esta relación en que se le hace sentir al ciudadano que vive a merced de un padre proveedor, va aparejada con el desarrollo de un sentido de permanente gratitud que casi borra la percepción del papel que juegan las facultades o la disposición del individuo en el logro de sus proyectos, y lo conducen a entenderlo todo como resultado de la concesión del páter familias. Elias Canetti analiza esta relación y la ve como un avatar de la vieja costumbre de la manada o la tribu que se domestica a la orden del cabeza de grupo. Plantea: “La explicación de esta evolución se encuentra en que, en cada uno de estos casos, se practica una suerte de soborno. El amo da de comer a su perro o esclavo, la madre nutre al niño. La criatura, en el estado de sumisión, está acostumbrada a recibir el alimento solo de una mano. El esclavo o el perro reciben alimento de su mano exclusivamente, ningún otro está obligado a ello, ningún otro debe darles alimento. La relación de propiedad consiste en parte en que todo alimento solo les llegue de la mano de su amo.” Y concluye que la orden más antigua, la de huir ante el peligro, se modifica por el hecho de habituarse a la mano que da comida, como pasa con los animales amaestrados. “Esta desnaturalización de la orden de huida biológica educa a hombres y animales a una especie de cautiverio voluntario.” Es por ello tan cardinal la educación del individuo consciente, creativo y determinado a realizar su propio proyecto de vida. Muchos prefieren el breve espacio de seguridad que les confiere una mano poderosa, antes que labrarse a costa de inteligencia y tesón zonas de mayor realización. Es lo que Erich Fromm denominó “miedo a la libertad”. Algo que solo vence el arduo aprendizaje de ser uno mismo.